Las carnes de Sebastián se abrirían
Por el impacto de sendas saetas.
Ningún mortal sobreviviría
Al martirio de ser cubierto en flechas.
Más Irene, la viuda, ¡salvó su vida!
Y mil años después,
La fe en este mártir nunca fue más fuerte.
¡Glorioso San Sebastián!
Protege a este pueblo de la negra muerte.
¡Permítenos vivir!
Que vivan tus fieles y sus plantaciones
Haz que tu cuerpo detenga La Peste,
Como bien detuvo las flechas
¡Glorioso San Sebastián!
Hay en el pueblo quien cede al demonio,
Viviendo entre bacanales y orgías.
También quienes, con insolente soberbia,
Creen en sanar con menjurjes y esencias.
Más habremos los fieles, orando por siempre.
¡Permítenos vivir!
¡Glorioso San Sebastián!
¡Pon a La Peste su fin!
Los flagelantes vendrán...
Vamos, caminando, nuestros pecados a pagar.
También, nuestras ofensas, venimos a confesar.
Los flagelantes venimos de lejos, y de antes
Que La Peste azotara el lugar.
El sufrimiento más hondo es tan sólo un momento,
Y es eterno el perdón que nos da
Por eso:
Vamos, caminando, nuestros pecados a pagar.
También, nuestras ofensas, venimos a confesar.
Los flagelantes venimos de lejos, y de antes
Que La Peste azotara el lugar.
El sufrimiento más hondo es tan sólo un momento,
Y es eterno el perdón que nos da.
Por eso
Vamos, caminando, nuestros pecados a pagar.
También, nuestras ofensas, venimos a confesar.
Vamos, caminando, nuestros pecados a pagar.
(Que nuestros pecados y nuestras ofensas...
También, nuestras ofensas, venimos a confesar
... pronto nos dejen de atormentar)
Vamos, caminando, nuestros pecados a pagar.
(Que nuestros pecados y nuestras ofensas...
También, nuestras ofensas, venimos a confesar
... pronto nos dejen de atormentar)